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2 marzo, 2020"De estatura mediana, con el cuerpo cubierto de lana negra, menos entre el pecho y la cola en que es parda", así describía en el siglo XIX, el médico y científico Hipólito Unanue a Alco, el perro de pelo negro que los conquistadores encontraron como mascotas de los incaicos.
Según decía, estos canes habitaban en la sierra y descendían a la costa acompañando a sus amos pero que se regresaban a sus lugares porque ninguno de ellos soportaba el calor y “a causa de la caracha o sarna que les acomete y mata, efecto del mayor aumento de la circulación en la superficie, y falta de transpiración por la densidad de su cutis”.
En un documento que data de 1806, Unanue describió: “Entre las familias de cuadrúpedos que se encontraron en el Perú al tiempo de su descubrimiento, y conquista, se encuentra el alco (canis americanus. Lin. Kiltho, Thegua. Mol)”, y acto seguido pasó a detallar el tamaño y color de pelaje, e incluso lo comparó con “los perritos semejantes a los nuestros de faldas”, es decir con los perritos falderos.
Esta descripción presenta a este can totalmente diferente al perro calato peruano (llamado también viringo), y al pastor de Chiribaya, dedicado precisamente al pastoreo y del que hay registro arqueológico que da cuenta de su pelaje amarillo y rojizo.
"Hay de estos unos pequeños perritos semejantes a los nuestros de faldas, que cargan las indias sobre sus quipes y abrigan en su seno, los cuales por ser taciturnos han dado ocasión a que crean algunos que los alcos no ladran, y que por tanto no pertenecen a la clase de los perros”, escribió.
En español Alco significa perro, y es así como lo llamaban sus dueños quechua hablantes.
, y que por tanto no pertenecen a la clase de los perros”, escribió.En español Alco significa perro, y es así como lo llamaban sus dueños quechua hablantes.